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Educar Jugando, cómo mejorar el ánimo cooperativo y la integración a través de dinámicas de juego

Estamos en un mundo competitivo donde la mayoría de actividades y juegos a disposición de niños y jóvenes promueven el deseo de estar por encima del otro, de victoria y triunfo. En este artículo os acercamos a juegos para promover la colaboración.

Aprender a ser competitivo y exigente con uno mismo, a poner a prueba los límites y querer ir más allá, mejorando cada día, es algo muy sano, por ello juegos como el Parchís, el Domino o el Monopoli —por mencionar algunos clásicos— nos ofrecen dinámicas que nos ayudan a aprender cómo funciona gran parte del mundo, especialmente el mercado laboral, y cómo movernos en él de forma eficaz.

Pero también es necesario desarrollar la asertividad y nuestras habilidades cooperativas. A encajar el hecho de que no siempre somos los primeros ni es necesario serlo, que cada uno tiene sus fortalezas, así como otras áreas y actividades que no se le dan tan bien, y que en grupo esos puntos débiles quedan suplidos por otros individuos. Que a veces somos más fuertes y eficaces juntos, y que todos tenemos algo que ofrecer: ideas, recursos y experiencias.

Mira aquí los Mejores juegos de mesa cooperativos.

Como decía en un inicio, estamos en un mundo competitivo pero que empieza a darse cuenta de lo maravilloso que es crear redes y equipos multidisciplinares en los que, personas de distintas disciplinas, enfocan sus energías en resolver un mismo problema o situación.

En ‘Educar Jugando’ queremos dar respuesta a vuestras dudas como familia y educadores, así como introduciros algunos conceptos interesantes, centrándonos especialmente en los juegos de mesa dentro de las actividades lúdicas y educativas .

En artículos anteriores hemos hablado de los distintos estudios sobre las capacidades del juego a nivel educativo, de la plasticidad cerebral y la estimulación temprana, así como de la psicomotricidad.

Ahora queremos enfocar nuestra atención en los juegos colaborativos y sus propiedades, no sólo para aprender a cooperar y a crear sinergias, como explicaba en la introducción, sino también para mejorar y facilitar la integración, evitando así problemas de exclusión.

Juegos para promover la colaboración

Juegos de mesa y colaboración

En el mundo de los juegos de mesa se tiende a hacer una catalogación binaria: los juegos de mesa competitivos y  los cooperativos.

Los primeros se enfocan en la victoria individual. A través de una tarea o prueba a realizar en el juego, los participantes compiten entre ellos para alzarse con la victoria.

Y los segundos —los que nos interesan en este artículo— suelen implicar que los jugadores trabajen juntos para vencer al oponente del grupo, consiguiendo una victoria global gracias a la colaboración de todos los participantes.

Pero para entender mejor a qué nos referimos, vamos a analizarlo un poco más: indaguemos en las raíces de la cooperación para averiguar cómo transmitírselo a los más pequeños.

Trabajo en equipo

Un equipo, o grupo de trabajo, es un conjunto de individuos que persiguen un fin común, y para alcanzarlo se reparten o asignan una serie de tareas de acuerdo a sus habilidades, conocimientos y competencias.

Las actividades y dinámicas colaborativas permiten que se creen lazos comunitarios y afectivos, así como que se fortalezca el sentimiento de pertenencia a un grupo.

Este tipo de juegos ofrecen a los niños y jóvenes una perspectiva distinta, así como nuevas herramientas, en la resolución de conflictos y problemáticas, pues la diversidad permite considerar diversos aspectos desde diferentes formas de pensar, ayudando a encontrar soluciones.

Juegos de mesa para `promover la colaboración

El trabajo en equipo ayuda a:

  • Abrir la mente. Ver que toda idea y colaboración es buena, pues lo que quizá no nos sirve ahora pueda ayudarnos más adelante.
  • Alimentar la curiosidad y la creatividad. Pues hemos de buscar soluciones no sólo para nosotros, sino que también han de ser válidas para el resto del grupo.
  • Adquirir nuevas herramientas y conocimientos. Aprendemos más colaborando que compitiendo, puesto que al buscar soluciones en grupo, escuchamos a los demás y descubrimos movimientos que quizá nunca habríamos pensado por nosotros mismos.
  • En un grupo, unos se motivan a otros para lograr la meta final, por lo que el rendimiento se optimiza.
  • Integrar diferencias. Cuando se ha de resolver un problema común poco importa de dónde vengas, en qué creas, cuál sea tu lengua materna o si eres niño/niña. A veces, y especialmente cuando hablamos de niños, sólo es necesario jugar juntos para ver cuánto tenemos en común y qué bien nos va no ser calcomanías.

Niños y cooperación

¿Qué es la cooperación? ¿Cómo podemos explicar a un niño qué significa colaborar?

La cooperación o colaboración consiste en ayudar u ofrecer nuestras habilidades y servicios de manera desinteresada o con un objetivo en común. Para que los niños sean personas colaboradoras y cooperantes, es necesario que desarrollemos en ellos un espíritu generoso, solidario y altruista. Y para lograrlo, hemos de ayudarles con el ejemplo.

Hay muchos métodos para iniciarles en el proceso, siempre teniendo en cuenta las capacidades de cada niño. En nuestro caso, y siguiendo con la estela de los artículos de ‘Educar Jugando’, os explicaremos algunos truquillos para conseguirlo.

Juegos de mesa para `promover la colaboración

Primeros pasos

Normalmente, cuando pensamos en enseñar a un niño a ser cooperativo, lo primero que nos viene en mente es buscar un reglamento o un juego de carácter colaborativo, donde esas reglas nos hagan jugar de esa forma específica, pero en realidad, podemos enfocarlo con un espectro más amplio.

Lo ideal es hacer partícipe al niño desde el primer momento, preguntándole a qué quiere jugar y animarle a que sea él o ella quien escoja y traiga la caja hasta nuestro rincón o mesa de juego.

Al abrirlo, podremos ver la serie de componentes esperando para ser dispuestos sobre la base donde vayamos a ponernos a jugar. Es muy habitual que los padres no esperemos ni un segundo y empecemos a montar toda la parafernalia para ir más rápido. Personalmente, a nosotros nos ha pasado muuuuchas veces, dado que en algunos de los juegos a los que damos más caña es mi pareja quien hace de director del juego —o de villano en los dungeon. Además, admitamos que nos gusta organizar las cosas a nuestra manera, para hacer de banca o acceder fácilmente a las piezas necesarias cuando nos hagan falta.

Esto sería lo más cómodo, pero no lo ideal. Para promover su autonomía y, al mismo tiempo, su espíritu colaborativo, hemos de animar a los niños a que exploren los componentes del juego, recuerden cómo se colocan, cuáles son las normas, y que todos los jugadores nos pongamos juntos a montarlo.

‹‹¿Me ayudas?›› o ‹‹¿Lo montamos juntos?›› son frases muy simples, pero en las que solicitamos al niño precisamente eso: su asistencia. Demostramos que necesitamos su ayuda para montar el tablero y las piezas, que sus habilidades no sólo son aptas y válidas, sino necesarias para poder ponernos a jugar. Algo que les hace sentir fuertes y competentes en un mundo a veces demasiado de adultos.

Este simple gesto hará que el pequeño muestre su interés y decida participar, y colaborar, con nosotros, no sólo porque quiera jugar, sino porque quiere ser útil. Recordemos que la finalidad última es hacer que los niños aprendan a cooperar, no las normas de los juegos cooperativos.

En este caso nos centrándonos en niños de 2 a 9 años, pero este mismo estímulo sirve para chavales más mayores e incluso para adultos. Todos queremos sentir que somos necesarios y nuestras ideas son valoradas, y todos tenemos qué decir y algo que ofrecer.

En pleno juego

Durante el desarrollo de la partida es ideal hacerles meterse de lleno en el juego, empatizar con su rol, y animarles constantemente, recordándoles que juntos podemos alcanzar nuestra meta.

Juegos de mesa para aprender a colaborár

Uno de nuestros favoritos es Mi primer frutal . En este divertido juego, apto a partir de 2 años, nuestro rival es un cuervo glotón que pretende comerse todas las frutas de los árboles, y nuestra misión es recoger esos frutos antes de que él pueda comérselas y dejarnos sin merienda. Con esta premisa situamos al pobre cuervo como el malo de la película, para que sea necesario actuar en grupo para ganar la partida, recogiendo manzanas, peras y ciruelas antes de que el desdichado pajarraco se llene la panza.

Es muy frecuente que, dependiendo de la edad y forma de ser del crío, éste pierda el interés por el juego y salga disparado a por otra cosa. No tenemos por qué impedirlo, pues forma parte de su forma de ser y los momentos lúdicos han de ser educativos, pero también de esparcimiento y disfrute en familia o con amigos. Eso sí, antes de que consiga fugarse, hemos de llamarle la atención y recordarle que hay que recoger y ordenar; en grupo, claro.

Porque un juego de mesa no es jugar y ya está: hay que decidir a qué jugar; buscarlo y montarlo; y después de utilizarlo, recogerlo. Los niños han de ver que todo es un proceso y realizar cualquier actividad comporta que, al final, todo debe quedar en su sitio. Además, tal como comentábamos, lo principal es hacer sentir al pequeño útil y capaz dentro de sus posibilidades.

Que los niños colaboren con nosotros para un beneficio común, aprendiendo que las cosas son más fáciles y divertidas si todos ponemos de nuestra parte, es una lección también cooperativa, de padres y educadores. Pues se enseña a ser colaborativo y a trabajar en equipo estando ahí, con ellos, durante el aprendizaje de un juego, pero también en sus tareas diarias, a la hora de vestirse e ir al baño, ayudando en casa y poniendo la mesa, haciendo los trabajos para clase y aceptando qué no sabemos, haciendo preguntas y buscando otras formas de resolver conflictos, etc.

Hemos puesto ejemplos que nosotros realizamos en casa con nuestro hijo Max, pero que también pueden extrapolarse a la escuela, donde los niños también practican actividades y juegos en grupo. En este ámbito pueden ayudar a los compañeros que tengan alguna dificultad para aprender, mejorar la dinámica de clase repartiendo el material, o echando una mano al profe.

Para todo ello es necesario que los niños sepan qué esperamos de ellos, es decir, que conozcan las normas y los límites, algo que en ocasiones olvidamos, pues no queremos ser vistos como “los malos” a la hora de imponer orden. Para esta tarea los juegos también nos socorren, con sus mecánicas y turnos, tema que trataremos en próximos artículos.

Y por supuesto, hay que saber reconocer y premiar su buena actitud, así como las ideas y actos colaborativos. Si nuestro hijo quiere ayudarnos en las tareas de la casa y se ofrece para guardar su ropa en el armario, recordemos que todo puede ser un juego, como cantaba Mary Poppins: ‹‹Con un poco de azúcar esa píldora que os dan (…) satisfechos tomaréis››.

Algunas recomendaciones

A continuación os ofrecemos algunas recomendaciones de juegos cooperativos para que tengáis dónde elegir.

Juegos de mesa para `promover la colaboración

  • El ladrón de zanahorias. Un juego fácil de transportar, pues se juega en su propia caja y es pequeño, por lo que es ideal para fiestas y viajes, así como para actividades en clase. Es para niños a partir de 4 años y, además de la cooperación, aprenderán a usar el dado y a esperar turnos para realizar acciones.
  • La princesa y el guisante. Este bonito juego, que toma su trama central del cuento con el mismo nombre, es para niños a partir de 3 años y tiene una mecánica distinta a la que están acostumbrados los más pequeños.
  • Piccobello. Este juego para niños a partir de 3 años fomenta la cooperación en las tareas del hogar, además de aprender colores, mejorar su psicomotricidad fina y tener una mecánica la mar de entretenida.
  • Otro juego que aprovecha un cuento para dar trasfondo a la mecánica, en este caso el de Los 3 cerditos. Los niños a partir de 4 años aprenderán a trabajar en equipo y a utilizar el dado para salir airosos de esta aventura.
  • El Frutalito. Hermano de Mi primer frutal, este juego dispone de una mecánica para niños más mayores, a partir de 4 años. Fomenta la colaboración, la memoria y la psicomotricidad fina.
  • Este juego de cartas, para niños a partir de 4 años, no sólo motiva la colaboración y la memoria, sino también la deducción a partir de preguntas y eliminación.
  • Swingolo o Pequeño Bamboleo. Un juego a partir de 4 años que estimula la psicomotricidad fina y la colaboración, a la vez que practicamos con formas y colores. Otro juego portátil para llevar a todos lados.

Nos interesa tu opinión

La serie de artículos ‘Educar Jugando’ está destinada a resolver vuestras dudas como padres y madres, familia de niños y jóvenes, como educadores y terapeutas, en todo lo que nos sea posible. Por ello, los tres primeros artículos son una suerte de introducción a los temas y conceptos básicos para comprender después aspectos como la plasticidad cerebral, la estimulación temprana o la psicomotricidad.

A partir del cuarto artículo de la serie, queremos ofreceros una visión práctica a vuestras consultas: trucos para montar cumpleaños y fiestas temáticas; números y matemáticas; juegos para promover la colaboración; cómo introducir turnos y normas; fomentar la creatividad; fortalecer lazos y risas; y letras, palabras e idiomas.

Insistimos una vez más en que, si tenéis alguna pregunta, nos la enviéis a nuestro mail o respondiendo a los artículos en la web.

Agradeceremos vuestros comentarios para mejorar e incluir aquellos puntos de vista y temáticas que se nos hayan podido pasar por alto.

Sobre los Autores

Isabel del Río (Barcelona, 1983), terapeuta y escritora, licenciada en filosofía por la UAB, Maestra Reiki Federada y Fitoterapeuta Titulada. Trabaja en el mundo editorial, literario y cultural. Colabora con la revista Integral. Atiende una pequeña consulta de terapia holística e integral en Barcelona. Y realiza talleres de escritura y crecimiento personal por toda España —especializada en trastornos afectivos y emocionales, así como en educación infantil-juvenil.

Junto a su pareja, Ivan López (Barcelona, 1984) —artista marcial y especialista en juegos de mesa—, cría, educa y mima a su hijo Max, de casi 3 años.

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