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Educar Jugando: turnos y primeros juegos. Cómo introducir normas y límites a través del juego


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La educación y pedagogía moderna nos remarca la importancia del amor, el apoyo emocional y de nutrir la autoconfianza de nuestros hijos, pero a veces nos olvidamos de algo igual de importante y que forma parte de los cimientos de su independencia como personas autosuficientes y completas: los límites y normas.

Poner límites y enseñar a cumplir ciertas normas básicas para una convivencia sana, pacífica y feliz, puede resultar muy difícil y, en ocasiones, todo un drama. A veces creemos que imponernos o “disciplinar” —palabra actualmente en desuso, porque se ha llegado a ver como algo sucio y malo—, es casi como maltratar psicológicamente y emocionalmente a los más pequeños de la casa, sin comprender que igual de malo puede ser dejar que un niño corra, salte y juegue sin saber dónde termina su libertad y donde empieza el peligro.

Cuando nació Max escuché las típicas frases de: ‹‹No lo cojas en brazos que lo malcrías››, ‹‹No le abraces tanto que lo malcriarás››, ‹‹Si sigues dándole el pecho será un malcriado››… Pero dar amor no es malcriar, nunca es malo demostrar nuestro cariño ni aceptar sus muestras de afecto. Lo que sí es nocivo para la construcción de su personalidad es crecer sin ningún tipo de límite, pensando que siempre pueden tener lo que quieran, cuando quieran, donde quieran, de quien quieran y de la forma que ellos quieran.

Pero volvemos al punto de partida, pues más allá de toda reflexión, la pregunta está en: ¿Cómo enseñar dónde está la línea sin parecer un dictador?

Quiero hacer un especial recordatorio al artículo número 2 de la serie ‘Educar Jugando’: Juegos clásicos y educación temprana , pues en él hablamos sobre actividades lúdicas y de estimulación temprana a partir del nacimiento, y muchas de ellas pueden extrapolarse a lo que hablaremos hoy. Así que os recomiendo que leáis este post con el otro a mano, especialmente si vuestros peques son menores de 2 – 3 años.

¿Qué diferencia hay entre límite y norma?

Para comprender de qué hablaremos en este artículo es necesario que distingamos entre:

Límites y normas

  • LÍMITE: todo aquello que no se ha de hacer o hasta dónde se puede llegar con una conducta determinada.
  • NORMA: Aquella conducta determinada que es correcta en un momento y ambiente concreto, y la manera de realizarla. En toda norma existe un límite implícito.

Debemos enseñar estos límites y normas a los más pequeños para que sepan hasta dónde pueden llegar y qué no deben hacer. Esto es algo complicado, porque muchas veces, las reglas impuestas en casa y en la escuela no se cumplen en otros entornos, como en casa de otros familiares o en fin de semana. Pero debemos hacerles entender que esos son casos excepcionales, y que existen normas que siempre y en cualquier ocasión han de cumplirse: como no pegar o insultar, pedir las cosas “por favor” y dar las “gracias”, o dar la mano antes de cruzar la calle.

¿Por qué son importantes?

La importancia de los límites radica en que son la base, no sólo para una conducta social sana, sino también para aprender a comprender y controlar nuestras propias emociones y conductas.

Desde que empiezan a gatear, los niños son conscientes de que existe todo un mundo a su alrededor, un nuevo entorno que descubrir y explorar, y es aquí donde es importante empezar a hacerles ver que existen una serie de reglas que hay que cumplir para comunicarse correctamente con ese entorno.

Estas normas van evolucionando con el crecimiento de los niños, y esto es algo que también hay que mostrar, pues una cosa que quizá hoy está vedada, sí podrá hacerla “cuando sea mayor” o cuando haya aprendido a ejecutarla correctamente. De este modo estimularemos su deseo de aprender y crecer, para poder hacer aquello que no es que esté “prohibido”, sino que ha de alcanzar una nueva meta en su desarrollo para poder realizarlo.

Cualquier situación extrema perjudica el crecimiento del niño, es decir, tanto que no existan límites como que las normas sean excesivas puede frenar o repercutir en su desarrollo cognitivo y conductual.

Unas reglas claras, coherentes con el entorno y comportamiento de sus mayores, ayudarán a:

  • Darles seguridad con referencias estables sobre la conducta.
  • Facilitar la comprensión y auto-regulación de las emociones y necesidades.
  • Ayudar a regular sus comportamientos y ritmos, tanto de sueño, como de alimentación y juego.

Disciplina: en positivo o en negativo

Todos los niños y niñas necesitan normas para aprender cuál es la reacción y comportamiento adecuado ante un estímulo o situación, pero cómo enseñarlo depende de los padres y los adultos encargados de su educación.

Cuando yo era niña, disciplina era sinónimo de castigo, pero hoy en día ya no es así y, a pesar de que en ocasiones los niños han de comprender que existen consecuencias negativas o no deseadas a sus actos, no siempre será esa la mejor solución.

La palabra “disciplina” significa enseñar, es decir, establecer unas reglas claras, explicando por qué son así y no de otra manera, y por qué es importante que sean de este modo. Debemos ser capaces de escuchar la opinión y punto de vista del pequeño, y razonar con ellos a pesar de no estar de acuerdo, pues debemos ser coherentes y no podemos esperar que nos escuchen si nosotros no lo hacemos, ni que sigan unas normas si no entienden por qué existen ni para qué sirven.

Educar jugando, límites y normas

Cuando hablamos de coherencia también nos referimos al ejemplo. Es cierto que existen una serie de normas destinadas a protegerlos y que irán evolucionando con su crecimiento, algo que debemos explicarles claramente, pero existen otras que son inamovibles, como lavarnos los dientes antes de ir a dormir o no insultar a los demás. Pero, ¿cómo van a cumplir ellos esas reglas si no lo hacemos también nosotros?

Tal como hemos explicado en otros artículos de esta serie, los niños aprenden por imitación, especialmente durante los primeros años, por lo que, si nosotros no cumplimos con nuestros propios límites, no podemos esperar que ellos lo hagan. Por ejemplo, si el niño está gritando, nosotros no podemos decir ‹‹No grites›› mientras nos desgañitamos.

Esto también sucede cuando una norma es móvil, es decir, la coherencia de una regla o un límite también radica en si es flexible o no. Por ejemplo, si primero comemos y después dormimos la siesta, pero eso depende del día, porque a veces lo hacemos al revés, o a veces comemos en la mesa pero otras ante la tele. Con estas conductas estamos dando una serie de mensajes que rompen con esas normas, por lo que después no podremos “exigir” que el niño las cumpla y deberemos razonar por qué hoy es así, si el otro día fue de la otra manera.

Si nos fijamos, todos ellos son puntos importantes para la educación básica, pero además, existentes en las reglas de cualquier juego de mesa, pues es necesario entender para qué sirve el material que hay en la caja, cómo se dispone y cuáles son los turnos y movimientos, así como cuáles son las normas de comportamiento inamovibles y evolutivas durante el juego, y naturalmente, el objetivo final.

Educar jugando, límites y normas

Y antes de empezar…

Para poder enseñar, lo primero es tener claro qué límites y normas vamos a instaurar. Una vez los tengamos claros, empezaremos el trabajo con el niño. Es importante entender que es más eficaz premiar sus logros y esfuerzos, que castigarlos cuando hagan algo mal. Es decir, la mejor forma de conseguir que respeten los límites será reforzando su buen comportamiento y los avances que vayan realizando.

¡A jugar!

En realidad, para trabajar límites y normas podríamos hacer referencia a cualquier juego de mesa, ya que para iniciar una partida y llevarla a cabo, sin importar que éste sea competitivo o colaborativo, es necesario seguir una serie de reglas para que el mecanismo del juego funcione.

Respetar turno es una de las primeras reglas que han de aprender a la hora de jugar. El ‹‹Ahora te toca a ti y ahora a mí›› es un gran qué, puesto que les muestra dónde termina su libertad y dónde empieza la del otro, cuándo pueden tirar el dado y cuándo no, etc. Para este menester tenemos Mi primer frutal y ¡1, 2, 3, salta la rana otra vez! En ambos juegos practicarán el concepto de “turno” y el límite que ello supone, con el aliciente de que en el primero colaborarán y en el segundo aprenderán a contar.

Hoot Owl Hoot! es un juego para niños a partir de 4 años en el que deberán cooperar para que los búhos vuelvan a sus nidos antes de que se ponga el sol. Su mecanismo es tremendamente sencillo, a la vez que divertido.

Otra posibilidad sería cualquier juego tipo memory. El primer jugador destapa dos fichas, si son iguales se las queda y sigue, pero si falla, le toca al siguiente. Es una evolución del concepto “turno” con el logro y la consecuencia de éste, es decir, si logras el objetivo del juego sigues adelante, pero si no es así, tu turno termina y empieza el del otro.

Más adelante tendríamos juegos como Animal sobre animal memotorre, una versión del juego que hemos mencionado en otros artículos, pero en éste los meeples no tienen forma de animal, sino de cilindro de madera, y hay que apilarlos según orden y tamaño.

Avanzando en la complicación de las reglas, tendríamos el Carrera de tortugas y Erizos a la carrera. En el primero no sólo tratamos de respetar el turno y mantener oculta la identidad del color de nuestra tortuga, si no que hemos de aprender que según qué cartas elegimos podemos ganar o no; nuestras elecciones tienen consecuencias en el resultado.

Sardinas es otro juego muy divertido para niños a partir de 5 años, pero que, en nuestra opinión, también pueden disfrutar críos de 3 y 4 años. En él encontramos dos barajas de cartas, una con latas de sardinas y otra con sardinas individuales: con pajarita, con sombrero, con falda… Para iniciar el juego enseñaremos una carta de lata de sardinas, para que los jugadores puedan analizarla, y después la esconderemos. Los niños tendrán en su mano cartas de sardinas individuales, y el juego consiste en recordar si en la lata había alguna igual a la de su mano.

Clap consiste en una baraja de cartas con dibujos que te indican un gesto o un ruido. Las cartas se colocan boca abajo y el primer jugador gira una, la pone a la vista junto al mazo y, seguidamente, realiza el gesto que le indica la carta. El siguiente jugador girará una nueva carta y la pondrá sobre la anterior, a continuación realizará el gesto o el ruido que hizo su compañero y después el que indicaba su carta. Seguiremos así hasta que un jugador se equivoque en la secuencia. Ese jugador se llevará una carta de penalización y pasará turno. El ganador será quien menos cartas de penalización acumule. Además de enseñar una serie de normas complejas, ayudaremos a reforzar su concentración y memoria.

Speed cups es un juego de atención y agilidad, que estimulará la psicomotricidad fina de los niños. Sus reglas son un poco más complejas que las de los juegos anteriores y va dirigido a peques de más de 6 años, aunque con ayuda y supervisión, los de más de 3 años podrán reír de lo lindo.

Consejos para dentro y fuera del juego

Más allá de los juegos de mesa, las normas deben seguir vigentes en la vida diaria, tarea que debemos realizar con coherencia y firmeza, pues si no lo hacemos así nos enfrentamos a la posibilidad de que nos pierdan el respeto y nuestros esfuerzos se vayan al traste.

La exposición de las normas y límites tiene su propio reglamento. Para ello seguiremos los siguientes consejos:

  • Seremos objetivos. Especificaremos los límites de forma concreta, con frases cortas y precisas, sin utilizar etiquetas de “bueno” o “malo”, como cuando les pedimos que nos den la mano al cruzar la calle.
  • Seremos firmes. Esto no quiere decir gritar, sino utilizar un tono de voz seguro, un lenguaje claro y un gesto serio en la mirada que demuestre la intencionalidad de nuestra frase. Cuando somos suaves o perdemos los nervios y la compostura, damos al niño la opción de obedecer o no, pero si les dejamos claro que ha de recoger o que los libros no se tiran al suelo, no existirá otra alternativa a ese comportamiento.
  • Acentuaremos lo positivo. El refuerzo positivo siempre es una ayuda a la hora de enseñar normas y límites a los más pequeños, y también a los mayores. En general, cuando acompañamos las reglas con un “No”, los niños sienten que están haciendo algo malo o negativo, sin comprender por qué, en cambio si en lugar de decir ‹‹No grites››, le pedimos ‹‹Habla bajo›› y le explicamos que ‹‹sino despertarás al niño de abajo››, nuestro hijo comprenderá que su comportamiento tiene unas consecuencias y que “hacerlo” de una determinada manera ayuda y/o mejora las cosas.

Educar jugando, límites y normas

  • Desaprobaremos la conducta, no al individuo. Cuando explicamos a nuestros hijos que han hecho algo incorrecto o les mostramos cómo debe hacerse, también hay que dejarles claro que nuestra desaprobación está relacionada con su comportamiento, nunca directamente con ellos. Es decir, en lugar de decir ‹‹Eres malo››, le explicaremos que ‹‹Eso está mal hecho››.
  • Ofreceremos opciones. A veces hay que jugar la baza del “libre albedrío”, es decir, dar la oportunidad de que, en cierta manera, decidan si cumplen o no nuestra orden, o más bien, cómo la cumplen. Esto es así cuando les damos opciones, por ejemplo cuando les dejamos decidir si prefieren sopa de guisantes o ensalada de pepino, o si prefieren elegir su propia ropa o que lo hagamos nosotros en su lugar. En estas elecciones van implícitas dos órdenes: cenar y vestirse.
  • Guardaremos las distancias. Cuando imponemos ciertas normas y límites, estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Para romper esta tensión y crear cierta complicidad, podemos “cosificar” esas normas o expresar esa regla de forma impersonal. Es decir, si por ejemplo queremos que vaya a dormir, en lugar de decir que se vaya a la cama, le mostraremos la hora y diremos ‹‹Son las nueve, hora de acostarse››, o señalaremos a la calle con un ‹‹Es de noche, hora de dormir››, de manera que el conflicto estará entre el niño y el tiempo.
  • Sugeriremos alternativas. Este punto tiene que ver con el refuerzo positivo. Cuando ponemos normas o límites, a veces es necesario dar una alternativa para que entiendan que sus necesidades y sentimientos son aceptables. Es decir, si nos encontramos a nuestro hijo decorando su habitación con el maquillaje de carnaval, podemos decir: ‹‹La pared no es para pintar, mejor toma esta libreta y unos lápices››.

Nos interesa tu opinión

La serie de artículos ‘Educar Jugando’ está destinada a resolver vuestras dudas como padres y madres, familia de niños y jóvenes, como educadores y terapeutas, en todo lo que nos sea posible. Por ello, los tres primeros artículos son una suerte de introducción a los temas y conceptos básicos para comprender después aspectos como la plasticidad cerebral, la estimulación temprana o la psicomotricidad.

A partir del cuarto artículo de la serie, queremos ofreceros una visión práctica a vuestras consultas: trucos para montar cumpleaños y fiestas temáticas; números y matemáticas; juegos para promover la colaboración; cómo introducir turnos y normas; fomentar la creatividad; fortalecer lazos y risas; y letras, palabras e idiomas.

Insistimos una vez más en que, si tenéis alguna pregunta, nos la enviéis a nuestro mail o respondiendo a los artículos en la web.

Agradeceremos vuestros comentarios para mejorar e incluir aquellos puntos de vista y temáticas que se nos hayan podido pasar por alto.

Sobre los Autores

Isabel del Río (Barcelona, 1983), terapeuta y escritora, licenciada en filosofía por la UAB, Maestra Reiki Federada y Fitoterapeuta Titulada. Trabaja en el mundo editorial, literario y cultural. Colabora con la revista Integral. Atiende una pequeña consulta de terapia holística e integral en Barcelona. Y realiza talleres de escritura y crecimiento personal por toda España —especializada en trastornos afectivos y emocionales, así como en educación infantil-juvenil.

Junto a su pareja, Ivan López (Barcelona, 1984) —artista marcial y especialista en juegos de mesa—, cría, educa y mima a su hijo Max, de casi 3 años.

Si queréis repasar nuestro catálogo de juegos infantiles por edades os dejamos a continuación un listado por edades de los más recomendados.

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1 comentario en «Educar Jugando: turnos y primeros juegos. Cómo introducir normas y límites a través del juego»

  1. Buena propuesta de trabajo para los padres ; pero también se puede adaptar para los estudiantes.

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